El juego de las tabas es un juego de
gran tradición, conocido desde la Antigüedad clásica, y uno de los más
populares entre las niñas; nunca fue un entretenimiento masculino. Es un
juego de destreza en el que se utilizan siete tabas y una “pita”. Las
tabas son huesos del juego de la rodilla de las patas traseras de los
corderos, que en ocasiones se pintaban de diferentes colores, como
podemos comprobar aquí donde hay nueve moradas, catorce azules y nueve
rojas. Cada uno de sus cuatro lados recibía un nombre diferente, que
variaba según la zona geográfica. La pita era una bola de cristal, como
las canicas, o una bola de barro alisada y secada al sol.
El juego consiste en lanzar al mismo
tiempo la pita a lo alto y dejar caer las tabas, recogiendo la pita
antes de que cayese al suelo. A continuación se volvía a lanzar la pita
al tiempo que se intentaba mover las tabas de manera que quedara arriba
el lado que se quería, todo ello muy rápido para recoger la bola antes
de que tocara el suelo. En una segunda tirada se recogían las tabas que
estaban del lado correspondiente y se intentaba volver los huesos que no
mostraban el lado correcto. Esta operación se repetía por cada uno de
los cuatro lados de la taba. Si la pita caía al suelo, la niña perdía la
jugada y comenzaba a jugar otra. El juego terminaba cuando una de las
participantes realizaba todas las jugadas.